Segundo: Los pilares de la Fe
1/ El musulmán cree en El Dios, Uno y Único, El Inmensamente Sublime, El Eterno, El Más Grande, El Omnipotente, el Más Compasivo y El Muy Misericordioso, El Creador y El Sustentador de sus criaturas.
Al·lâh no tiene padre ni madre, ni hijos, ni hijas. No ha engendrado, ni ha sido engendrado. No hay nada que se Le pueda comparar. Es el Señor de toda la humanidad, sin ser exclusivo de una secta, género o raza determinados.
Al·lâh, con Su Grandeza y Sublimidad, se halla muy cerca de todo creyente que Le teme y Le recuerda continuamente. De este modo, Al·lâh atiende a sus ruegos y le ayuda cuando se lo pide. Al·lâh ama a quien Le ama, les perdona los pecados y concede a sus siervos los dones de Paz, Satisfacción, Guía y Triunfo.
Al·lâh es El Sustentador, El Generoso, el Autosuficiente, El que Enriquece, El Indulgente, El Más Perdonador, El Muy Paciente, El Muy Agradecido, El Señor Absoluto, El que oculta los defectos y pecados de sus siervos, El que juzga, La Fuente de Paz. En Al-Qor´ân (El Corán) vienen citadas otras muchas cualidades de Al·lâh, Enaltecido Sea.
Al·lâh dotó al ser humano de razón, para que entienda y se percate de lo que le rodea. Le dotó asimismo de espíritu y conciencia a fin de que halle el bien y la verdad. Además, creó en él sentimiento y sensibilidad para que sea cariñoso. Si pretendiéramos enumerar los dones que Al·lâh nos ha otorgado, nos veríamos incapaces de hacerlo, ya que son innumerables.
En cambio, a pesar de todos los dones que nos otorga y Su misericordia con nosotros, Al·lâh no nos necesita porque es El Auto-Suficiente, El que está por encima de toda Supremacía. Lo único que nos pide es que le conozcamos como es debido y, consecuentemente, le amemos y guardemos sus preceptos de modo que todo ello redunde en beneficio nuestro.
2/ El musulmán cree en todos los profetas y mensajeros enviados por Al·lâh, sin excepción alguna y sin que prefiera a ninguno en especial. Todos los profetas y mensajeros enviados por Al·lâh son hombres selectos que recibieron la revelación y el mensaje de Al·lâh para guiar a la gente por el camino del Bien.
El Corán menciona a veinticinco de esos profetas y mensajeros y nos informa de que hubo muchos más.
Entre los profetas y mensajeros que menciona Al-Qor´ân (El Corán) hallamos a: Noé (Nûh), Abraham (Ibrâhîm), Ismael (Ismâ’îl), Isaac (Ishâq), Moisés (Mûsâ), Jesús (‘Isâ) y Mohammad. Todos y cada uno de ellos hicieron llegar el mismo mensaje del Islam revelado por Al·lâh para que todos los habitantes del planeta se sometan a Su voluntad y cumplan Sus órdenes.
3/ El musulmán cree en todas y cada una de las Escrituras divinas tal como aparecieron en su versión original y completa, que fueron reveladas para guiar a la gente hacia el camino recto. En este sentido, El Corán hizo referencia a las Escrituras reveladas a Abraham, Moisés, David, Jesús y Mohammad.
De todas las Escrituras reveladas previamente a El Corán no se conserva ninguna versión original, pues algunas se perdieron, y otras fueron ocultadas adrede. Esto fue debido, por una parte, a las discrepancias que surgieron entre los seguidores del Cristianismo y del Judaísmo en los siglos inmediatamente posteriores a la revelación, y por otra, porque se dejaron llevar por sus caprichos.
Hasta el día de hoy, el único Libro divino que se ha conservado intacto e íntegro es Al-Qor´ân (El Corán). Ningún erudito, sea musulmán o no, discute ni pone en duda que Al Qor´ân que podemos leer hoy en día es exactamente el mismo de hace catorce siglos, y que todos los musulmanes lo repiten sin que haya una diferencia de una palabra, ni siquiera de una sola letra.
Al·lâh, que hizo descender Al-Qor´ân, prometió preservarlo. Así, está protegido de cualquier adulteración, pérdida u omisión.
4/ El musulmán cree en los ángeles de Al·lâh, que son seres extraordinarios que Al·lâh creó a partir de la luz. Los ángeles no necesitan comer, beber ni dormir. Están exentos de placeres corporales o intereses materiales.
Los ángeles están sujetos a la obediencia a Al·lâh en todo momento. Cada uno de ellos tiene una función determinada.
Las personas no pueden ver a los ángeles debido a la limitación de nuestros sentidos. Solamente con los sentidos no podemos percibir todo lo que nos rodea. Así, nuestros ojos únicamente ven en una extensión de rayos que va de los rojos a los violetas -no vemos ni los infla-rojos ni los ultra-violetas, al igual que ocurre con el oído y con otros sentidos.
5/ El musulmán cree en el Día de la Retribución. Cree en que el mundo terrenal que conocemos se acabará en un tiempo delimitado y que los muertos serán resucitados para someterse al Juicio último y justo.
Todo lo que surge de la persona, ya sean palabras o hechos, pensamientos o intenciones se le contabiliza y será juzgado teniéndolo en cuenta el Día del Levantamiento, en que cada uno de nosotros encontrará su libro extendido. Aquél cuyo libro esté radiante por el bien será retribuido con la mejor recompensa y Al·lâh lo recibirá con el mejor de los recibimientos en Su Paraíso. Por el contrario, aquellos cuyos libros estén repletos de maldad recibirán el justo castigo y serán arrojados al Infierno.
La realidad del Paraíso y el Infierno únicamente la conoce Al·lâh, Ensalzado Sea, que los describió en una sura de Al-Qor´ân, de modo que los acerca a la mente de las personas.
Quien de nosotros piense que en esta vida no recibe la justa recompensa, ni la justicia ni la valoración que se merece por lo que hace de bien, puede estar completamente seguro de que obtendrá la recompensa más completa y un noble elogio el Día de la Retribución.
Del mismo modo, aunque a simple vista nos parezca que algunas personas que cometen pecados y que llevan a cabo acciones viles, distraídos de Al·lâh y de Su mensaje, consiguen todo tipo de placeres y satisfacciones mundanales, triunfan y obtienen un gran reconocimiento, irremediablemente tendrán que someterse al juicio justo e implacable que tendrá lugar el Día de la Retribución.
El Único que conoce la cita de La Hora (El Día del Juicio Final) es Al·lâh, y nadie más que Él.
6/ El musulmán cree en el destino, en que todo sucede por decreto divino.
El decreto divino, el destino (qadâ´ wa qadar), viene dado por el conocimiento eterno de Al·lâh y Su capacidad de evaluar y hacer que Su voluntad se cumpla. Verdaderamente, Al·lâh no ha creado el Universo vanamente, ni lo ha dejado abandonado o descuidado.
Al·lâh es Sapientísimo, Justo y Muy Amable. Todo lo que Él ha decretado para nosotros es bueno, aunque a veces no llegamos a entender la razón de algo que nos ha predestinado.
Debemos confiar plenamente en Al·lâh y aceptar todo lo que decida hacer con nosotros ya que nuestro entendimiento es limitado y nuestro pensamiento no traspasa la propia visión de las cosas. En cambio, el saber de Al·lâh es ilimitado y Su sabiduría abarca el universo en su totalidad.
El ser humano debe pensar, planear y organizar sus asuntos mundanos con razonamiento y, después, debe dejar el asunto en manos de Al·lâh. Y si la vida no le va como desearía, su fe no debe tambalear, ni debe permitir que le invadan las obsesiones ni la preocupación destructiva.
7/ El musulmán cree en que el objetivo de esta vida es adorar y venerar a Al·lâh.
En el Islam, “adoración” no significa dedicación completa al recogimiento y a la meditación, ni se trata de una mera realización de ritos. Antes al contrario, adorar a Al·lâh es precisamente llevar una vida conforme a Su Ley y no apartarse de ella.
Adorar a Al·lâh es conocerLe, amarLe, obedecerLe y cumplir Su Ley día a día. Es, igualmente, vivir en Su camino, buscando concienzudamente dónde está el bien y evitando el mal, cumpliendo con nuestros deberes hacia Él, hacia nosotros mismos y hacia las demás personas en tanto que hermanos nuestros.
8/ El musulmán cree que Al·lâh ha privilegiado al ser humano con respecto al resto de las criaturas que conocemos.
Dicho privilegio consiste en que le ha dotado de unas capacidades mentales y unas tendencias espirituales así como de numerosas habilidades prácticas y talentos.
El hombre no es un ser maldito desde su nacimiento hasta su muerte sino, al contrario, un ente honrado por Al·lâh y capaz de obrar buena y noblemente.
9/ El musulmán cree que todo ser humano nace con una disposición natural para aceptar el Islam. Al·lâh ha dotado a todas las personas de una predisposición espiritual y mental para ser un musulmán bueno.
Todo ser humano nace como Al·lâh quiere y dispone para él.
10/ El musulmán cree en que cualquier ser humano nace libre de cualquier pecado. Después, cuando alcanza la madurez (en la pubertad) y se vuelve consciente y juicioso, automáticamente se hace responsable de todos sus actos e intenciones. El ser humano no tiene culpa de ningún pecado mientras no lo haya cometido.
En el Islam no existe ningún pecado por herencia, ni lo que se conoce como pecado original. Es cierto que nuestro padre Âdam (Adán) cometió el primer pecado, pero pidió perdón a Al·lâh y Él le perdonó.
11/ El musulmán cree en que debe procurar su propia salvación guiándose por la Ley de Al·lâh.
Nadie puede ser intermediario entre la persona y su Creador. La salvación sólo se consigue mediante la fe y las buenas acciones, a través de la creencia y la práctica. Por consiguiente, la fe sin buenas acciones que la corroboren no tiene ningún valor y viceversa, las buenas acciones no sirven para nada si no van acompañadas de la fe.
12/ El musulmán cree en que Al·lâh nunca castiga a nadie sin haberle señalado de antemano el camino correcto.
En cuanto a los que no saben nada sobre el Islam, ni nunca han tenido la posibilidad de conocer esta religión, no son responsables de estar alejados de ella.
Es una obligación para cualquier musulmán invitar a los demás al Islam tanto “de obra” (mediante buenas acciones y comportamiento ejemplar) como “de palabra”.
13/ El musulmán cree en que su fe no será correcta ni completa si cree a ciegas sin tener fundamento alguno en el que base su creencia.
El musulmán debe fundar su fe en una convicción firme, carente de la menor duda o escepticismo.
El Islam defiende la libertad de creencias, así pues nadie está obligado a abrazar ninguna religión contra su voluntad. Prueba de ello es que hasta hoy en día siguen en pie algunas de las más antiguas sinagogas e iglesias en todo el mundo islámico.
14/ El musulmán cree en que Al-Qor´ân (El Corán) es la Palabra de Al·lâh, revelada al Profeta Mohammad a través del arcángel Gabriel.
El Corán no fue revelado de una vez sino gradualmente, en función de las circunstancias que se daban. Y ello para contestar a los interrogantes que surgían, resolver los problemas, zanjar las diferencias y guiar al hombre en todos los aspectos de su vida hacia el camino de la verdad.
El Corán fue revelado en árabe y sigue siendo hasta hoy día completo y correcto (en su versión árabe) y millones de personas lo memorizan.
15/ El musulmán cree y diferencia entre Al-Qor´ân y la tradición del Profeta Mohammad (Sunna). Así, mientras que El Corán es la Palabra de Al·lâh, la función de la tradición del Profeta (los dichos del mensajero, sus instrucciones y sus acciones) consiste en la explicación y puesta en práctica de lo que viene en El Corán.
El Corán y la Sunna (tradición del Profeta Mohammad) son las principales fuentes de conocimiento del Islam.